Por Gustavo de Elorza Feldborg (*)
¿Cómo desarrollar clases efectivas y más humanas en la virtualidad?
El tiempo que nos ha tocado vivir, y desempeñarnos dentro de períodos de aislamiento, ha permitido que los seres humanos debamos reinventarnos y renovar nuestras acciones que desarrollábamos en la presencialidad.
La educación no ha sido una excepción a ello. Muy por el contrario, ha sido la “gran protagonista”. Todas las miradas estaban puestas en la pregunta: ¿Y qué hacemos con los chicos? Las demandas impuestas por la necesidad de mantener los sistemas educativos presenciales vigentes tuvieron que adaptarse al desarrollo de otras prácticas docentes, donde el uso de los sistemas de comunicación sincrónicos (videoconferencias por Zoom) se constituyó en un aliado invaluable para crear puentes cognitivos y pedagógicos con los estudiantes.
Ahora bien, ¿qué entraña tales prácticas en la implementación y uso de los webinarios que hemos realizado durante este año y que de seguro seguiremos realizando en los próximos? Dado que la nueva normalidad nos ha marcado aprendizajes que en cierto modo nos ha permitido ver nuevas formas de transmitir y construir el conocimiento en tiempos de pandemia.
Primeramente, debemos conceptualizar a que nos referimos con el término Webinario: el mismo es un neologismo de unir dos palabras como web y seminario, surgiendo de ellas una manera de transitar mediante el uso de las nuevas tecnologías, la aplicación de habilidades y competencias en escenarios digitales comunicativos destinados a la formación.
Los webinarios que mencionamos se han convertido en la “vedette” de los últimos tiempos, tanto para los sectores políticos, empresariales, profesionales, educativos y de interés general, donde muchas personas valoraron e implementaron, innovativas formas de trabajo colaborativo, creando espacios comunicativos y de encuentro, a través de la virtualidad.
Asimismo, los webinarios se han consolidado como herramientas de generación de vínculos y continuidad pedagógica, aunque, claro está, siempre que sean usados en forma correcta y de acuerdo a los principios de tecnología educativa, que son los que fundamentan y sostienen el desarrollo de espacios de diálogo en la virtualidad.
El origen de estas herramientas que permiten el uso y modelan a los webinarios -las mismas pertenecen al diseño de lo que se conoce como Web 2.0, entendida esta última, como la Red de Internet con una estructura dialógica basada en procesos de interacción entre productores y consumidores (prosumer) de datos e información- que se basan en el principio de las dinámicas comunicativas, sustentadas en el aporte de intervenciones basadas en pretensiones de validez y no en relaciones de poder.
Hoy en día, podemos acceder de forma muy sencilla a estas herramientas con un simple clic en la web, donde existen versiones pagas como gratuitas, con documentación y hasta soporte de tutorías en línea por parte de las empresas responsables de estos productos.
Cabe entonces preguntarnos si luego de transcurrido ya un tiempo prudencial en el uso de estas herramientas -en especial en el ámbito educativo- sí las mismas han sido utilizadas en todo su potencial o si sólo se han utilizado como un simple medio más que permite comunicarnos, pero en forma unidireccional, o en otras palabras, reduciéndolas a una simple transferencia de información?
Como siempre mencionamos, toda utilización de medios digitales, sobre todo cuando intentamos desarrollar procesos de enseñanza y de aprendizaje, debemos concebirlos desde la oportunidad, la pertinencia y la relevancia en el uso de tal recurso. Es decir, no alcanza simplemente con la utilización de lo instrumental, se requiere, intencionalidad educativa y perspectiva pedagógica, para alcanzar aquello que se intenta lograr al usar tal o cual medio.
Pero también, cabe destacar, que el uso y desarrollo de webinarios, que resultan tan comunes en estos tiempos, a través de distintas invitaciones y participaciones que transitan por medio de nuestras pantallas -y que muchas veces corremos riesgos de infoxicarnos o de saturarnos digitalmente hablando- muchas veces se observa que están vestidos de una orfandad conceptual fundamental, como es la falta de “empatía digital”.
Tal es así, que en algunos webinarios y reuniones en las que hemos participado, pudimos observar “tiempos muertos y silencios prolongados”; cuando en la espera al ingreso de otros miembros, han multiplicado y pronunciado un efecto negativo en la construcción de la empatía, que luego se refleja de la misma manera, cuando se pide la participación de los miembros (efecto espejo), dado que lo que realice durante los primeros minutos del webinarios, condicionan conductas.
Ahora bien, ¿que entendemos por “empatía digital” y cómo estas median en las clases y seminarios en la Web? Como humanos, desarrollamos la habilidad de sentir, de experimentar las emociones y sentimientos de los otros como si fuesen propias, claro está que esta habilidad tiene su base en nuestro cerebro, a través de lo que se conoce como “neuronas espejo”; elemento central para el normal funcionamiento y construcción de una sociabilidad bien entendida; cuando ello se produce en una interacción humana, podemos decir que tenemos “empatía” y si sucede dentro de un espacio web, le agregaremos el contexto donde se produce: “lo digital”.
De lo anterior, resulta necesario comenzar a pensar en cómo empoderar y mejorar los usos tecnológicos, teniendo en cuenta, estos rasgos y condicionantes humanos o nos estancaremos en el mero uso instrumental de las tecnologías; sería posible pensar en “humanizar la virtualidad”?; las respuestas están casi a la vista, estamos frente a una “nueva organización mundial”, el escenario que se presenta en este Siglo XXI, nos pide que atendamos estos nuevos descubrimientos, que conoceremos como “humanidades digitales”.
Claro que son muchas las preguntas que se nos presentan en este artículo y que no intentaremos responder a todas ellas, mas bien, nos hemos propuesto plantear la reflexión y el debate de cuan consciente o inconscientemente somos en el desarrollo de este proceso.
Creemos que podemos pensar en algunas posibles sugerencias para ello; en relación a la empatía digital, consideremos que debiera comprenderse y profundizarse su estudio, sobre todo, si estamos desarrollando comunicaciones y procesos educativos, ya que el simple uso de estas plataformas comunicativas – cuando establecemos conexión – , no implica ni garantiza que se haya alcanzado el objetivo de la comunicación.
Asistimos hoy en día a uno de los fenómenos más relevantes de la formación de nuestra humanidad, y no podemos dejar de recordar, que muchas veces el hombre crea sus propias herramientas, aunque luego ellas terminen condicionando sus conductas, ideas y pensamientos, es decir, “lo creado”, pasa a convertirse en “el creador”.
El desarrollo de las redes sociales, ha permitido y establecido el nacimiento de grandes condicionantes en las formas de comunicarnos, trabajar, sociabilizar y educarnos, al día de hoy, se han sentado las bases de las formas en que interactuamos los seres humanos, por ello creemos, que es vital comprender y comenzar por aplicar desde lo más básico, el concepto de “empatía digital”, y para ello, debemos poner en primer lugar a “los otros”, al momento de relacionarnos y comunicarnos mediante estas aplicaciones.
Para ello, algunos tips que podemos sugerir para alcanzar dicho propósito, consistiría en transitar y detectar primeramente las necesidades, expectativas, intereses y gustos de nuestros estudiantes, de esta forma, podremos establecer y configurar neuro-ambientes seguros para lo educativo, estableciendo una corporeidad digital que constituya las bases de un humanismo del aprendizaje en la sociedad de la Cibercultura.
Por otro lado, es importante recordar los procesos neuronales y la capacidad de foco atencional que como humanos podemos sostener (arousal), es decir, no deberíamos realizar largas explicaciones durante mucho tiempo, es mejor, alternar entre el modo respuesta y el modo pregunta, dinamizando de esta forma acciones que vinculen debates, como también, basarnos en el uso de recursos y medios que permitan modelizar pensamientos, acciones e ideas, a través por ejemplo, de organizadores gráficos, constituyendo éstos una excelente herramienta que facilita el proceso de comprensión por parte de nuestro cerebro, ya que – cabe recordar – éste trabaja y condiciona su funcionamiento al reconocer imágenes a través de la traza de patrones, por medio, de la evocación de nuestros recuerdos.
Por último, debemos mejorar las formas en que nos comunicamos con los otros, reconociendo la corporeidad de los otros desde lo digital, tal es así, que cabe preguntarnos ¿cómo actuan y se comportan cuando otra corporeidad digital interactua con nuestra propia existencia desde la virtualidad comunicativa? puesto que ello, no sólo mejora las prácticas educativas, sino que además, nos hace mejores personas, con sensibilidad, sabiendo que para traccionar una buena educación, es necesario, una buena comunicación y los webinarios, las videoconferencias y reuniones digitales no son la excepción.
(*) El autor es Doctor en Tecnología Educativa (AAU – EE.UU) y profesor e investigador universitario (UFASTA) y especialista en educación y nuevas tecnologías (FLACSO).